Una campaña feminista para sonreír

Estamos en campaña. Vivir esto desde dentro es algo difícil de explicar hacia fuera. Cuando los huecos de más de 10 minutos se convierten en madrigueras desde las que pensar la política más urgente, el siguiente problema que resolver, se agradece tener un encargo como este artículo de laU que nos permite parar en seco y mirar hacia atrás y hacia delante. Supongo que para eso sirven las revistas de pensamiento político: para tener un momento para pensar un poco más despacio, en un tiempo político de agitación y ‘coctelera’.

Las campañas electorales están vivas. Siempre se sabe cómo empiezan pero es difícil imaginar cómo pueden acabar. Hay que dejar margen para la improvisación, desde una extrema planificación. Tienen cierto ritmo así como mucho de ensayo y error. Esto último lo hemos aprendido muy bien en IU–UP y en el equipo de redes sociales de La cueva. Pero además las campañas son muchas más cosas, o deben serlo. Son, o habrían de ser para quienes defendemos la ética a cada paso, el reflejo del modelo de país que se quiere construir.

En un tiempo en que la gente ha dejado de utilizar libros como ejemplo de explicaciones políticas para utilizar series de televisión, nos resulta mucho más fácil imaginar cómo son las campañas norteamericanas que las francesas. Y sin embargo en Francia los debates televisivos son la referencia. Supongo que para esto, como para muchas otras cosas, tendríamos que mirar más cerca de nosotras antes de cruzar el charco.

Más allá de que nuestros estantes de libros de comunicación política estén llenos de apellidos anglosajones, creo que con las campañas, como con el resto de esferas de la vida política, tenemos que ser capaces de implantar nuestro propio modelo. Porque la vida y la política no van de candidatos/as despiadados/as y asesores/as sin escrúpulos que están dispuestos a hacer cualquier cosa por ganar unas primarias.

Y en este sentido, nos marcamos el ambicioso objetivo de hacer una campaña política feminista, que refleje nuestros valores democráticos, porque tiene que ver finalmente con el modelo de país que queremos construir. Hace tiempo que dimos el salto de los eslóganes a las realidades políticas.

¿Qué significa hacer una campaña electoral feminista? Lo que más rápido viene a nuestra cabeza es correcto: introducir el feminismo en toda visión de país, es decir, algo tan sencillo como imaginar un país de hombres y mujeres libres e iguales. Angela Davis decía que el feminismo era la idea radical que sostiene que las mujeres somos personas. Por ahí va nuestro modelo de país. Pero además de esta idea, que es vertebradora de nuestra visión política, puede haber otras respuestas a la pregunta de qué significa hacer una campaña electoral feminista.

Desde nuestro punto de vista, tres cosas: i) construir la campaña desde la unidad, ii) trabajar mano a mano con la diversidad, y iii) pensar colectivamente. Algo que tiene a su vez mucho que ver con la lógica de los cuidados. Con esas tres claves se hace una campaña y se pueden ganar unas elecciones. También pensar un país. ¿Por qué sostengo esta afirmación? Porque la llevamos aplicando algún tiempo en mi formación política, y dentro de lo malo, no nos va mal del todo. Fijemos la mirada en cada uno de estos conceptos-principios políticos.

La unidad. Decía Víctor Rocafort, en las reuniones previas al diseño estratégico de la campaña, que teníamos que trabajar en el elogio al diálogo permanente. En su capacidad para enseñarnos qué es aquello de la democracia musical, Rocafort dio de nuevo en una de las claves de la campaña. El mejor antídoto para el hastío ciudadano frente a los políticos incapaces era poner en valor la política y el diálogo como expresión más elegante de la misma. Y así se construyó un relato que comenzaba con un nosotros común que es la pata fundamental del trabajo que estamos haciendo. Porque ahora sí, todos juntos, vamos a ganar estas elecciones.

La diversidad. Laura Casielles, otra compañera de las que ayuda a pensar, escribía hace un par de días en su blog que ella quería una campaña de dialectos diversos e idioma común. Llevamos días haciendo un trabajo incansable para hacer entender que en lo diverso está la fuerza. Que frente a un país gris y monocolor, nosotros estamos coloreando las vidas de los que no tienen vida para que empiecen a tenerlas. Y para eso, la diversidad, lo complementario, lo coral, son herramientas muy útiles. Como explica siempre Alberto Garzón, cuando uno piensa primero en las necesidades del común lo particular y propio se convierte en secundario.

El pensamiento colectivo. Esta es la lección principal del feminismo. Los cuidados son una forma de mirar en colectivo, de aprovechar lo mejor de cada uno y de escuchar en el tú a tú de manera permanente. Y gracias a todo ese pensamiento colectivo, al respeto y la asertividad, somos capaces de hacer una campaña para disfrutar y con la que hacer historia. Decía Pablo Iglesias en una entrevista que no es lo mismo estudiar historia que hacerla. Creo que esta campaña es el mejor ejemplo de que hemos puesto en marcha lo segundo, y que solo lo lograremos si lo hacemos cuidándonos y entre todas.

Porque no hay mejor respuesta a los ataques que sonreír. Y de eso también sabe mucho el feminismo.