Atentados con pegamento

El número de personas que sufren inseguridad alimentaria ha pasado en tres años de 135 a 345 millones[1]. Las emisiones mundiales de CO2 marcaron en 2021 un récord histórico y la Agencia Internacional de la Energía prevé que seguirán subiendo[2].

Desde la llegada de Biden, Estados Unidos ha impulsado tremendamente su producción de petróleo y gas, concediendo más permisos de perforaciones que en la época Trump. Mientras tanto, Canadá batió el récord de su producción en 2021, y ha anunciado que no se va a quedar ahí, que van a tratar de que este año crezca aún más[3] en un momento en el que necesitamos más que nunca concienciarnos de la necesidad de respetar los límites planetarios.

Pero no hay que irse tan lejos para sentir en nuestras carnes el calentamiento global. Según la AEMET, «España ha vivido el verano más caluroso de su serie de datos»[4] y esto guarda relación directa con que este verano haya sido el más mortal desde 1950[5].

El informe que presenta Naciones Unidas en la vigesimoséptima Cumbre por el Clima (COP27) que se celebra estos días en Egipto relata la disonancia entre los compromisos adquiridos y la inacción climática de los principales agentes responsables de la crisis ecosocial (países del Norte). Falla la democracia o, por lo menos, los mecanismos vigentes.

La indignación dentro de los ámbitos progresistas ante estos dos datos y la evidencia de que la situación climática empeora es transversal. Esto es inaceptable y no hay duda de que estamos en un momento extremadamente sensible para el sostenimiento de la vida tal y como la hemos conocido.

Otro consenso entre las personas progresistas es que, además del incumplimiento de los acuerdos alcanzados en estas cumbres, no aceptamos la inacción de los gobiernos. Tampoco aceptamos la desmovilización general, o al menos reconocemos que nos cuesta actuar a pesar de las evidencias tan claras de la crisis ecosocial como que los últimos ocho años van camino de ser los más cálidos registrados, según la Organización Mundial de Meteorología[6].

Para atajar esta cuestión vamos con otro consenso: una acción que no provoca daño es legítima. Incluso en determinados contextos, no aceptamos que algunas expresiones de violencia ejercidas en el marco de una reivindicación popular, como ocurrió durante las movilizaciones vinculadas al soterramiento de Murcia, o como ocurrió en Gamonal, se utilicen para empañar una reivindicación. Nadie dudó de que había que estar del lado de quienes sufren aún hoy la represión.

Sin embargo, al introducir el componente artístico nos asaltan la duda y las contradicciones. Es lógico, somos sensibles y de izquierdas y nos importa más un cuadro que un contenedor, o el escaparate de un Zara. Impresiona y genera rechazo ver un cuadro tan icónico como los girasoles de Van Gogh bañados en sopa de tomate. Algunos pensamos: «se han cargado el cuadro y el movimiento».

Pero no nos llamemos a engaño, el debate de la conservación del patrimonio tendría cabida si Futuro Vegetal hubiese provocado algún daño en la obra pero esto no ha ocurrido. Sin embargo, que sea difícil hacer llegar el mensaje de la ausencia de daños es la principal debilidad de esta acción.

Es más, la acción se ha ejecutado desde el cuidado. Futuro Vegetal ha declarado que pese a que su idea inicial era lanzar comida sobre cuadros (como ya se ha hecho), optaron por el pegamento al saber que no había cristal protegiendo las Majas[7]. Incluso el Museo del Prado ha declarado que no se han dañado las obras y únicamente los marcos “tienen ligeros desperfectos”[8], parece también que la acción mantuvo la sala cerrada durante dos horas. El “acceso a la cultura” también se limitó durante más de dos horas y sin daño en Córdoba en abril por una huelga de trabajadoras de museos y no nos molestó[9].

Cuando salimos a la calle a decirle a la patronal “Salario o conflicto”, ¿de qué conflicto hablamos? ¿Uno que excluya el arte y su uso comunicativo? ¿Uno que queda deslegitimado si provoca algún “ligero desperfecto”? Los museos históricamente también han sido lugares de conflicto, al igual que las calles donde se manifestaban los sindicatos hace unos días son lugares de conflicto. Los sindicalistas de clase han sido calificado tantas veces de vándalos, “quemacontenedores”, “destrozamoviliarios”, violentos y un largo etcétera, que no hace falta que entremos en disertaciones sobre el monopolio y el uso legítimo de la violencia.

Si, como una compañera nos planteó en una de las múltiples conversaciones que hemos tenido sobre esta acción, en Irán, las mujeres activistas se pegaran a obras de arte, ¿cuál sería la narrativa de la prensa? ¿Hablarían de atentado o vandalización del arte? ¿Es cuestión de la causa que se defiende o del daño causado? ¿Y si la hubieran acuchillado, como hicieron las sufragistas británicas[10]?  ¿Y si en lugar de pintar un 1,5ºC en la pared hubiesen pintado “Salario o Conflicto”? Son preguntas que podemos hacernos para no acomodarnos en la superficialidad del primer impacto de una imagen.

Cabe analizar si acciones previas protagonizadas por los mismos colectivos que basan su acción en la desobediencia civil, han recibido tanta atención mediática. No hay duda de que esta ha sido una de las acciones más importantes desde que existen estos movimientos en nuestro país, pero no hay que perder de vista que si esta acción ha tenido este gran impacto en medios es porque le resulta útil al poder, ya que considera que la puede utilizar para lastrar al movimiento.

Llegamos así a la segunda discusión: ¿las formas benefician o perjudican al movimiento? Pensando en la correlación de fuerzas, ¿acciones como las de lanzar sopa de tomate sobre un Van Gogh en Reino Unido[11] o tirar puré de patatas sobre un Monet en un museo alemán[12] (ambos protegidos por un cristal), para reclamar que se deje de conceder licencias para la exploración, desarrollo y producción de combustibles fósiles en el Reino Unido, movilizan o desmovilizan? Es difícil responder a esto, pero no vale escorarse en este debate para deslegitimar una acción. La realidad es que los movimientos británico y alemán son más masivos que el de aquí.

Esta acción, asumiendo que genera rechazo, tiene un potencial enorme: convertir a Rebelión o Extinción y a la Rebelión Científica en más aceptables. Se está jugando a la tesis fundacional de estos movimientos: ampliar la ventana de Overton, es decir, convertir nuestras tesis políticas, compartidas mayoritariamente con el movimiento climático, en sentido común.

Podemos alegrarnos de que el movimiento climático y el feminista están en agenda, pero el marco es mejorable. Es cierto que no se lee como un movimiento marginal e incluso se está empezando a percibir cierta madurez que va más allá del “hippismo” clásico y que tiene la capacidad de articular demandas integrales como la Justicia Climática, herramientas legales como los juicios climáticos o la tipificación del delito de Ecocidio.

Ateniendo a las palabras de uno de los portavoces de FV, nunca se ha planteado la dicotomía «arte o planeta». Nunca ha sido una protesta contra el arte, que plantea esa falsa dicotomía, sino que se ha empleado el valor comunicativo del arte, para llamar la atención sobre la urgencia climática.

Los dos últimos elementos que quería introducir tienen que ver con la batalla cultural y la represión. Vox ha tardado poco en señalar al Gobierno por no aumentar la seguridad en el Museo del Prado ante los «talibanes de Occidente»[13]. La crisis climática ya entra en la agenda de la derecha y la extrema derecha. Se aprecia en la ecología identitaria de Marine Le Pen, que emplea a las personas que migran por los efectos de la crisis para ser más racista[14]. Se ve en las declaraciones de VOX, y en su plan de soberanía nacional que propone explotar los recursos fósiles situados en terreno nacional o reforzar las centrales nucleares mediante el uranio marca España.

El movimiento climático, por tanto, deberá anticipar estas reacciones y construir narrativas considerando esta dimensión, y desde la izquierda deberemos hacer un esfuerzo mayor, tanto a la hora de apoyar y rechazar las acciones que se hagan en nombre de cualquier movimiento, como a la hora de no dejar un vacío donde las derechas puedan sembrar. El caso de la acción de FV en el Prado ya nos sirve de ejemplo de cómo pueden calar ideas de la derecha en nuestro electorado, pero incluso entre nuestras propias filas.

Para explicar esto analicemos los movimientos de las derechas, las viejas y las nuevas, y el PSOE. VOX ha llamado talibanes a los activistas. Es una caricatura, pero han ocurrido más cosas. Según El País, hay “unanimidad política contra el activismo Loctitte” y ya están pidiendo medidas «disuasorias» para “evitar que se dañen obras de arte” en protestas, y PP y Ciudadanos plantean incluir en el Código Penal estas acciones. Mientras tanto, el Gobierno habla de “extremar la seguridad en museos”[15]. ¿Por qué los ministros Teresa Ribera y Miquel Iceta ponen un tuit por esta acción y no por las acciones contra Repsol? Lo han bordado y responde a dos objetivos. El primero, la batalla cultural. Se posicionan como protectores y garantes de la cultura: “hay que proteger los cuadros, lo público, el patrimonio”, algo que puede comprar cualquier persona progresista. Y parece que hemos olvidado que, en un contexto de crisis, lo primero que deja caer esta gente es la cultura.

Ni las derechas ni una parte de la izquierda que hoy rabia con la acción de FV protestaron en Twitter cuando nos estaban limitando el derecho al arte al no poder acceder «solo» por falta de personal[16]. El derecho al arte parece que solo nos importa cuando no entendemos o no nos gusta la reivindicación. Los museos y archivos están llenos de piezas sin catalogar, en almacenes, a veces sujetas a deterioro irreversible por falta de recursos. El ejemplo de la Filmoteca Nacional es un ejemplo palmario[17] que demuestra que estos falsos defensores del arte ni defienden el arte, ni mucho menos su función emancipatoria.

El segundo objetivo convertir la represión en aceptable a través de su escalada, no solo contra los activistas. No olvidemos que como consecuencia de esta acción también han detenido a las dos periodistas de El Salto que le dieron cobertura[18]. No les importa el arte, les preocupa que la ciudadanía lo utilice con fines reivindicativos.

En este viaje contra las derechas nos deberemos enfrentar a contradicciones, y algunas nos harán saltar todas las alarmas. Tengo el convencimiento de que las acciones de los movimientos feminista y climático escalarán en la medida en que la inacción institucional se evidencia cada vez más incapaz de limitar el recalentamiento del planeta y la desigualdad provocada por la crisis ecosocial. Deberemos ser constructivos y pensar desde una perspectiva estratégica, pensar en bloques aglutinadores y disputar los marcos ante una derecha con más recursos que nunca y más compleja que nunca.

Héctor Escudero Leiva (@hectorescu31) es militante de Rebelión O Extinción e Izquierda Unida.

Notas

[1] Programa Mundial de alimentos. (2022). Reseña anual de 2022. Recuperado de: https://es.wfp.org/crisis-global-hambre

[2] Elcacho, Joaquín. (10 de marzo de 2022). Las emisiones mundiales de CO2 marcaron en 2021 un nuevo récord histórico. La Vanguardia. Recuperado de: https://www.lavanguardia.com/natural/20220310/8113390/emisiones-mundiales-co2-marcaron-2021-nuevo-record-historico.html

[3] Pajares, Miguel. (5 de noviembre de 2022). COP27: de la decepción a la rebelión. Público. Recuperado de: https://blogs.publico.es/otrasmiradas/65675/cop27-de-la-decepcion-a-la-rebelion/

[4] Agencia Estatal de Meteorología. (8 de septiembre de 2022). España ha vivido el verano más caluroso de su serie de datos. Recuperado de: https://www.aemet.es/es/noticias/2022/09/resumen_clima_agosto_2022

[5] Ordaz, Ana y Sánchez, Raúl. (10 de septiembre de 2022). El verano más mortal desde 1950: España registra 20.000 muertes más de las esperadas entre junio y agosto. ElDiario.es. Recuperado de: https://www.eldiario.es/sociedad/verano-mortal-1950-espana-registra-20-000-muertes-esperadas-junio-agosto_1_9278237.html

[6] (6 de noviembre de 2022). La Organización Meteorológica Mundial alerta que los últimos 8 años van camino de ser los más cálidos registrados. RTVE. Recuperado de: https://www.rtve.es/noticias/20221106/organizacion-meteorologica-mundial-alerta-ultimos-8-anos-van-camino-ser-mas-calidos-registrados/2408076.shtml

[7] (7 de noviembre de 2022). Los atacantes de ‘Las Majas’ de Goya necesitaron tres semanas para planificar el golpe. ABC. Recuperado de: https://www.abc.es/cultura/atacantes-majas-goya-necesitaron-tres-semanas-planificar-20221107173658-nt_amp.html

[8] (5 de noviembre de 2022). El Prado espera reabrir este domingo la sala de ‘Las Majas’ de Goya: «Los marcos tienen ligeros desperfectos». Europa Press. Recuperado de: https://www.europapress.es/cultura/noticia-prado-espera-reabrir-domingo-sala-majas-goya-marcos-tienen-ligeros-desperfectos-20221105160306.html

[9] Santos, Noelia. (14 de abril de 2022). El seguimiento mayoritario en la huelga de los museos deja cerrados varios enclaves turísticos en plena Semana Santa. Diario de Córdoba. Recuperado de: https://www.diariocordoba.com/cordoba-ciudad/2022/04/14/seguimiento-mayoritario-huelga-museos-deja-65009707.html

[10] Maldonado G., Noelia. (10 de marzo de 2016). El cuchillo feminista que atacó por la espalda a Velázquez. El Español. Recuperado de: https://www.elespanol.com/cultura/arte/20160310/108489234_0.html

[11] Bordera, Juan. (26 de octubre de 2022). La desobediencia civil ante la trampa de la sociedad del espectáculo. CTXT. Recuperado de: https://ctxt.es/es/20221001/Firmas/41110/desobediencia-civil-juan-bordera-movimientos-por-el-clima-girasoles-activistas-espectaculo-just-stop-oil.htm

[12] Ortiz, Alberto. (23 de octubre de 2022). Un grupo de activistas climáticos arroja puré de patata a un cuadro de Monet en Alemania ElDiario.es. Recuperado de: eldiario.es/sociedad/grupo-activistas-climaticos-arrojan-pure-patata-cuadro-monet-alemania_1_9648178.html

[13] (7 de noviembre de 2022). Vox señala al Gobierno por no aumentar la seguridad en el Museo del Prado ante los “talibanes de Occidente”. Electomanía. Recuperado de: https://electomania.es/vozbuxadecumbreclimagobierno7n22/

[14] Soullier, Lucie y Wakim, Nabil. (15 de abril de 2019). Derrière le virage écologique de Marine Le Pen, l’obsession de l’immigration. Le Monde. Recuperado de: https://www.lemonde.fr/politique/article/2019/04/15/derriere-le-virage-ecologique-de-marine-le-pen-l-obsession-de-l-immigration_5450173_823448.html

[15] Lamet, Juan. (8 de noviembre de 2022). Unanimidad política contra el ‘activismo Loctite’: sanciones y cambios legales para frenar la vandalización del arte. El Mundo. Recuperado de: https://www.elmundo.es/espana/2022/11/07/6369484c21efa005708b45a8.html

[16] Riaño, Peio H. (22 de marzo de 2022). Crisis en los museos estatales: sufren cierres desde hace un año por falta de vigilantes. ElDiario.es. Recuperado de: https://www.eldiario.es/cultura/crisis-museos-estatales-sufren-cierres-ano-falta-vigilantes_1_8852738.html

[17] Belinchón, Gregorio. (11 de diciembre de 2022). La carrera por salvar las películas. El País. Recuperado de: https://elpais.com/cultura/2018/12/10/actualidad/1544451867_009228.html

[18] (6 de noviembre de 2022). Detenidas dos periodistas que informaron sobre la acción climática en el Museo del Prado. El Salto. Recuperado de: https://www.elsaltodiario.com/libertad-informacion/detenidas-dos-periodistas-informaron-accion-climatica-majas-goya-museo-prado

Acción de Futuro Vegetal en el Museo Del Prado