Baron Noir en Chile: ¿hacia un momento populista?

En Chile el tiempo de los populismos ha llegado. Había llegado hace ya tiempo, pero ahora parece algo reconocido por todos los actores de la política chilena. El discurso de la supuesta polarización entre izquierda y derecha cayó a golpe de urna el pasado 25 de octubre. Con un 80% favorable al apruebo y un récord de participación en términos absolutos –más de siete millones y medio de votantes–, la hipótesis de un país dividido en dos bandos irreconciliables se cae por su propio peso. La realidad es tozuda, y la geografía electoral lo es más aún. Solo cinco comunas en todo el país votaron por el rechazo, y tres de ellas –Las Condes, Vitacura y Lo Barnechea– pertenecen al sector nororiente de Santiago, feudo tradicional de la clase alta y media alta santiaguina. Que tres comunas de la milla de oro chilena apoyaran el rechazo a contracorriente del resto del país, solo confirma una escisión entre el pueblo y las élites chilenas cada vez más evidente.

Daniel Matamala, uno de los presentadores más conocidos a nivel nacional, lo afirmaba sin tapujos hace unas semanas. En Chile la división se da entre la gente común y unas élites que han vivido durante décadas completamente alejadas de la realidad. Lo que hace no mucho parecía una simple proclama de las marchas, hoy se ha convertido en un diagnóstico extendido por toda la clase política chilena.

Los síntomas se veían venir desde hace tiempo en las calles y las encuestas, y desde que las urnas dieran la confirmación de lo que se venía manifestando los últimos meses, en Chile se han precipitado los acontecimientos. Algunos, como que parte de la derecha con el Presidente a la cabeza trataran de subirse al carro del éxito del “Apruebo”, entraban dentro de lo esperable, pero otros, como la irrupción de Pamela Jiles en la última encuesta de CADEM no entraban en ninguno pronóstico.

Terremoto Jiles

¿Quién es Pamela Jiles?, se preguntan muchos fuera de Chile que ya empezaban a conocer nombres como Daniel Jadue o Joaquín Lavín. La diputada, cuya fama traspasó las fronteras del país andino con su carrera disfrazada de Naruto por el Congreso[1], se coloca a la cabeza de las preferencias ciudadanas empatada con Joaquín Lavín según la última encuesta de CADEM. La candidata humanista obtiene unos resultados excelentes en los últimos sondeos, donde consigue una aprobación del 65%, 15 puntos más que Lavín, y se sitúa como la candidata de la izquierda que más opciones tendría en la segunda vuelta, donde vencería en todos los posibles escenarios salvo contra Joaquín Lavín, con quien empataría con un 36%.

Una sorpresa mayúscula que ha pillado con el pie cambiado a toda la oposición chilena, que hasta hace no mucho no tomaba demasiado en serio a Jiles. La “superabuela” como la llaman sus seguidores, se ha convertido en una de las figuras más mediáticas de la política chilena por su excentricidad, sus formas alejadas de todos los códigos del lenguaje político y una comunicación por redes y frente a las cámaras que ha demostrado ser una máquina de producir titulares y apoyos.

Durante años la política chilena fue aburrida, de Piñeras y Bachelets. El Frente Amplio pareció representar durante cierto momento a quienes no se sentían identificados con el lenguaje que hablaban las élites políticas, pero las instituciones desgastaron la frescura de los jóvenes diputados procedentes de las revueltas estudiantiles de 2011, y en Chile volvió a reinar el hastío.

En un momento en el que ser diputado congresual es casi más una losa que un activo, la diputada Pamela Jiles ha sabido arrancarse el corsé institucional y desmarcarse completamente de la clase política. La outsider que está dentro, la que se disfraza de Naruto o entra con una capucha rosa en el Congreso en homenaje a los manifestantes. La señora de 60 años que podría ser tu madre o tu abuela y que no le guarda respeto ni a las instituciones ni a quienes las ocupan. La que no habla como los políticos, la que se disfraza y la que parece estar riéndose de la clase política y de los medios. La que es capaz de decirle a todo un senador que se ponga los pañales, la que dice lo que piensa y escandaliza a derecha e izquierda. La que parece encontrarse en el momento adecuado en el lugar adecuado para seguir dando que hablar.

Perfil díscolo y ambiguo

Sin embargo, no todo son luces alrededor de Pamela Jiles, y detrás de la performance y la máscara de superabuela, hay una estrategia perfectamente medida desde hace tiempo, la de marcar una línea propia tanto en redes sociales como en el propio Congreso. A Jiles no parecen convencerle mucho las dinámicas colectivas y en el Congreso no han sido pocas las veces que ha roto la disciplina de voto, votando en contra de la izquierda medidas como el ingreso familiar de 65.000 pesos propuesto por el Gobierno en los primeros meses de pandemia, o el voto obligatorio para el plebiscito. Pareciera entonces que Jiles es más moderada o más flexible a la hora de buscar consensos con sus oponentes, pero nada más lejos de la realidad. La diputada rompió con el Frente Amplio –coalición bajo la que ella y los Humanistas se presentaron a las elecciones de 2017– por su apoyo al Acuerdo por la Paz y la Nueva Constitución, al considerarlo una traición al pueblo chileno.

Sus enfrentamientos verbales con destacados miembros del Frente Amplio como Gabriel Boric o Giorgio Jackson han sido frecuentes desde hace tiempo, y en los últimos meses la diputada ha incrementado sus acusaciones de traición a miembros de su antigua bancada. Las disputas de Pamela no se han quedado únicamente en el Frente, y tras su llegada a los Humanistas el propio partido se dividió en dos facciones, una de partidarios y otra de detractores, dando lugar a un conflicto que terminó con la salida de dirigentes históricos como Tomás Hirsch, fundador del partido y activo en política desde la campaña del no de 1989.

Un perfil díscolo, ambiguo y tendente al enfrentamiento. Una figura sin amigos en política y que en ocasiones parece atacar con mayor virulencia a quienes se encuentran más próximos a sus posiciones. Esto opinan los detractores de Pamela dentro de la oposición, que lejos de su apariencia vivaz y espontánea ven en la experiodista una figura calculadora y sin escrúpulos, capaz de apropiarse de las propuestas de otros en el Parlamento y de insultar y desprestigiar a quien haga falta para lograr sus objetivos. Fuentes de la prensa política chilena afirman que la candidata cuenta con un equipo muy pequeño de personas de máxima confianza entre los que destaca su pareja, el también periodista Pablo Maltés, que se presentará como candidato a la Gobernación de la Región Metropolitana de Santiago.

Una dupla con un estilo político muy parecido y que parece dispuesta a todo. Por eso la irrupción de Jiles da más miedo a la izquierda que a la derecha. Hace ya un mes propuso a todas las fuerzas del centro-izquierda concurrir a unas primarias en las que estuvieran presentes todos los partidos de la oposición. Tras los resultados de la última encuesta que continúa su proyección meteórica de los últimos meses, no parece que la diputada vaya a cejar en su empeño.

Por primera vez desde que se celebrara el plebiscito la oposición duerme peor que las fuerzas oficialistas. Según los pronósticos de CADEM, Jiles vencería holgadamente a todos los candidatos de la izquierda en unas hipotéticas primarias, lo que dejaría como representante máxima del apruebo y del movimiento popular a una candidata que muchos consideran populista, autoritaria y poco proclive a alcanzar acuerdos, incluso entre quienes más próximos están a sus ideas.

Baron Noir

Una sola encuesta ha bastado para poner patas arriba la agenda mediática chilena y colocar a Jiles en primera plana. Algunos podrían considerarlo exagerado, y sus motivos tendrían. Jiles podría ser un fenómeno pasajero, que caiga con la misma facilidad con la que subió, pero sin duda alguna la irrupción de la diputada tiene más importancia por lo que representa que por lo que es a día de hoy. Que tenga más opciones que candidatos como Jadue en una segunda vuelta es algo cuanto menos discutible a día de hoy, pero que su éxito es un síntoma del momento político de Chile es algo difícilmente rebatible.

Al igual que en la tercera temporada de la serie francesa Baron Noir, en Chile ha llegado la hora de los populismos. Chile vive un momento populista en los términos planteados por Chantal Mouffe, donde la ciudadanía ante el desdibujamiento de la izquierda y la derecha tradicionales tras años de consenso tácito en los que se mantuvo sin apenas reformar una Constitución tremendamente regresiva, ahora rechaza a la clase política en su conjunto. La percepción de la ciudadanía del Congreso y de los partidos lleva tiempo siendo muy negativa, y ante esta tesitura comienzan a emerger los liderazgos que pretenden establecer un canal de comunicación directo con la gente renunciando a las estructuras intermedias “contrarias a los intereses del pueblo”.

El discurso de Jiles bebe de ahí, con fuertes dosis de antipolítica y un ligero halo de conspiranoia. Como indica en su propio perfil de Twitter, Jiles viene a la política para “terminar con la fiesta y el robo de los poderosos, y revelar todo lo que oculta la élite”. Esta referencia a la conspiración encaja a la perfección con unos tiempos donde, ante el hastío y la desconfianza generalizada hacia las instituciones, las teorías conspirativas pueden llegar a encontrar su hueco.

En Chile parece que el populismo ha llegado para quedarse, y como en la serie francesa es más que probable que aparezca en distintas formas. Las apelaciones al pueblo son cada vez más comunes entre las personalidades políticas chilenas, y mientras algunos como Jadue o la propia Jiles tratan de articular toda la energía de las marchas en un nuevo sujeto político capaz de alzarles hasta la presidencia, en el otro flanco podemos encontrarnos figuras como José Antonio Kast, que si bien son minoritarias por el momento, podrían tener cierto margen para crecer entre los partidarios más acérrimos del rechazo. El escenario en los próximos meses será digno de una serie de televisión, una lucha encarnizada por convertirse en “la voz del pueblo” con la unidad de la izquierda como telón de fondo.

Jaime Bordel (@jaimebgl) es estudiante de Derecho y Ciencias Políticas y colaborador de medios como El Salto, CTXT y Descifrando la guerra.

Notas

[1] Pamela Jiles corriendo como Naruto, celebrando el retiro del 10% de los fondos en la AFP. https://www.youtube.com/watch?v=0u8fFObr55s&ab_channel=AlejandroOsorioLarra%C3%ADn