Causa y efecto de una visita a Rabat, la externalización de las fronteras y Melilla

Si hablamos del 7 de abril y del 24 de junio de 2022 pensamos en dos fechas que, a priori, no tienen nada que ver entre ellas. Pero con echarle un vistazo a las noticias de aquellos días vemos que hay un hilo conductor que las une y que hace que la segunda sea, de alguna forma, consecuencia de la primera.

El 24 de junio de 2022 una acción de la policía marroquí con la connivencia de la guardia civil española provocó la muerte de al menos 37 personas y más de un centenar de heridos en la frontera entre Nador y Melilla[1], en uno de los episodios más sangrientos que recordamos en nuestra frontera, o al menos uno de los que más ha trascendido. El 7 de abril de 2022 Pedro Sánchez se reúne en Rabat con Mohammed VI, rey de Marruecos, y ese mismo día se publica en el BOE un acuerdo entre ambos países sobre cooperación en materia de seguridad, lucha contra la delincuencia, especialmente el terrorismo o la trata de seres humanos e inmigración ilegal[2]. Todo esto forma parte de lo mismo: la política migratoria de la Unión Europea, de la que España es parte ya que participa en la toma de decisiones, y que luego implementa sin ningún pudor.

No es, por desgracia, el primer suceso de estas características que vivimos en la frontera exterior de la UE. En la memoria tenemos a los muertos en el Tarajal, los naufragios en el Mediterráneo y el Egeo, los muertos en la frontera greco-turca, los centros de detención en Libia, la frontera con Bielorrusia o los Balcanes. O los que tienen lugar dentro de territorio europeo como quienes tratan de llegar a Francia, que ha decretado el cierre selectivo de fronteras incumpliendo los acuerdos Schengen, a través de Irún. Todos ellos consecuencia de las políticas migratorias europeas de las que hablaba antes, dentro de las cuales encontramos la política de externalización de fronteras a través de acuerdos con terceros países.

La Unión Europea destina cantidades ingentes de dinero público a pagar a terceros países para que impidan que nadie (que no llegue con un cheque en la mano) alcance nuestras fronteras, y para ello estos países pueden hacer uso de las técnicas que consideren, sin importar el dolor que provoquen o cuántos derechos vulneren. También lo hacen directamente los Estados miembros; el acuerdo que entró en vigor el mismo día que Sánchez visitaba Rabat es un ejemplo. Por cierto, no está de más recordar que otras víctimas de ese acuerdo fueron los y las saharauis a quienes España traicionó a cambio de que, entre otras cosas, Marruecos siga haciendo de perro guardián de nuestras fronteras.

Antes de seguir con la cuestión de los acuerdos con terceros países sería conveniente definir brevemente de qué hablamos cuando hablamos de externalización de fronteras, o al menos a qué nos vamos a referir en este artículo con dicho término. Se trata de una práctica que no es exclusiva de la UE, y que países como Estados Unidos o Australia llevan años implementando, con las mismas consecuencias inhumanas. Esta práctica consiste en desplazar la gestión fronteriza a países terceros, principalmente de origen y tránsito, para así impedir la llegada de personas refugiadas y migrantes, a través de medidas concretas como la imposición de visados, la militarización de fronteras y el refuerzo de Frontex, la apertura de centros de detención con fondos europeos, la firma de acuerdos de readmisión para facilitar la devolución de nacionales de esos Estados o de personas que simplemente hayan pasado por su territorio. O la condicionalidad de fondos de cooperación y desarrollo al control migratorio, a pesar de que esto contraviene el propio Tratado de Funcionamiento de la UE, según los cuales los fondos de ayuda al desarrollo solo pueden tener como objeto la reducción de la pobreza; ahí están los 57,2 millones de euros del Fondo Fiduciario para el Norte de África destinados a formar a la guardia costera Libia para interceptar personas en el mar y llevarles a los centros de detención en los que se vulneran sus derecho más básicos[3].

Retomando el tema de los acuerdos con terceros países en política migratoria, lo primero que nos viene es el conocido como “acuerdo de la vergüenza” entre la UE y Turquía firmado en 2016 para hacer frente a la mal llamada “crisis de refugiados”, que no era más que personas huyendo de la guerra en Siria. Personas huyendo de la guerra y buscando asilo en Europa. Este 2022 hemos vuelto a vivir nuevos episodios, pero qué diferente ha sido el trato que hemos dado a unos y a otros. Si algo nos ha demostrado el sistema de acogida que se les ha proporcionado a los ucranianos y ucranianas es que sí se podía hacer de otra manera.

Además del de Turquía y los firmados con Marruecos, encontramos muchos acuerdos más y cada vez en países más alejados de territorio europeo. España tiene firmados acuerdos con Mauritania y Senegal, países ambos tanto de tránsito como de origen. Además de los acuerdos bilaterales, la Unión Europea cada vez apuesta más por esta forma de gestión migratoria y desde principio de los 2000 no ha dejado de firmar estos acuerdos con países como Nigeria, Costa de Marfil, Jordania, Marruecos, etc. Siempre con los países africanos y especialmente del Magreb como prioridad.

Otro sujeto que juega un papel clave en todo esto es Frontex. La Agencia Europea de Guardia de Fronteras y Costas cada vez tiene más poder y más recursos a pesar de que cada vez caigan sobre ella más acusaciones de vulneraciones de Derechos Humanos y mala gestión, que han llevado a su Director Ejecutivo a dimitir[4]. Hasta hace poco esta agencia, la que cuenta con mayor dotación presupuestaria de toda las agencias europeas, solo operaba en Estados miembros y bajo la condición de que fuesen estos los que solicitasen su participación. En febrero de este año la Comisaria de Interior, Ylva Johansson, lanzó una propuesta de acuerdo con Senegal para que agentes de Frontex se desplazasen al país africano bajo la premisa de luchar contra las mafias de tráfico de personas, esas mafias que sirven como excusa para todo. Si finalmente este acuerdo se pone en marcha, y todo apunta que así sucederá, sería la primera vez que esta agencia se instalaría en un tercer país, y supondría una mayor profundización en esta política.

Estos acuerdos y la política de externalización provocan desprotección y vulneración de derechos, y promueve que las personas que migran busquen cada vez rutas más peligrosas, poniendo así en mayor riesgo su vida, ya que, aunque la UE y occidente se empeñen en creer lo contrario, la gente no va a dejar de migrar. Es decir, es una política que provoca sufrimiento y muertes.

La gestión de la acogida de las refugiadas ucranianas visibiliza la inmensa hipocresía de la Unión en materia de asilo y refugio. Ya teníamos un instrumento que permitía otorgar el asilo de forma masiva a quienes huyen de una guerra, la directiva de protección temporal, una herramienta jurídica que no se dudó ni un segundo en implementar cuando quienes venían eran blancos y con ojos claros. Pero si vienen de guerras que no nos importan y su color de piel es otro les recibimos con vallas y violencia. Siempre con un aparato mediático empeñado en justificar esta diferencia de trato porque unos encarnan eso que llaman “valores europeos” y los otros vienen de muy lejos y no tenemos nada que ver con ellos, así que mejor que no entren, no vaya a ser que esos “valores europeos” se vean afectados. No necesitamos a la extrema derecha para colarnos la teoría del reemplazo.

Pero la hipocresía de la Unión Europea en materia de migración y asilo no es nueva, pues sabemos perfectamente que cuando se trata de satisfacer las necesidades del capital entonces las puertas están abiertas. Cuando necesitamos que recojan la fruta en Almería, que trabajen en los mataderos, que limpien nuestras casas o cuando necesitamos mujeres para explotarlas sexualmente, entonces sí, pueden entrar, pero sin derechos, claro. Entonces necesitamos a esas personas para que sigan engrosando las cuentas de empresas y empresarios.

Quizá este artículo esté escrito más con la víscera que con la razón, pero cuando analizas el sistema migratorio, cuando vas a sus causas, a sus normas, a los beneficios que genera para toda una industria creada en torno a esto, y luego ves casos como el de Melilla, es difícil que no te lleve la rabia. Porque es entonces cuando comprobamos que estos acuerdos de los que hablaba antes son causa directa de todo este sufrimiento humano y de todos esos beneficios empresariales.

Hay otra forma de hacer las cosas. Las vías legales y seguras no son una ingenuidad, ni tampoco lo es crear un sistema de asilo que de verdad proteja a la gente que lo necesite, lo hemos visto con el caso de Ucrania. Solo necesitamos voluntad política para que esos acuerdos de externalización de fronteras sean acuerdos de cooperación y de solidaridad. El problema es que eso implicaría desmontar de arriba abajo esos “valores europeos” y ese “modo de vida europeo” que hasta merece tener un comisario propio, y hay quien nunca va a permitir que eso suceda.

Por eso el lugar de quienes nos consideramos de izquierdas y defensores de los Derechos Humanos es siempre del lado de quien migra y busca una vida mejor, porque también son clase obrera. No podemos ceder ni un milímetro ante discursos que anteponen a quienes hemos nacido aquí, por mucho que se disfracen de obreristas. Al fin y al cabo, esos discursos si defienden el interés de alguna clase no es la nuestra, es la de quienes necesitan aprovecharse de esta clase obrera sobrante para apuntalar sus beneficios. Nosotros debemos estar con quienes piden la regularización ya, con quienes luchan en la calle y en los tribunales contra Frontex y sus vulneraciones de derechos y con quienes exigen otra política migratoria para la UE. En definitiva, debemos estar con nuestra clase.

Irene García Durán (@IreneGarDur) es experta en Cooperación Internacional, migraciones y DDHH, asesora política para la delegación de Izquierda Unida en el Parlamento Europeo y responsable de redes de activistas de Izquierda Unida.

Notas

[1] Varo, Laura y Peregil, Francisco. (25 de junio 2022). 18 migrantes muertos y 63 heridos en una avalancha al intentar entrar en Melilla. El País. Recuperado de:  https://elpais.com/espana/2022-06-24/varios-muertos-y-heridos-en-una-avalancha-al-intentar-entrar-en-melilla.html

[2] EFE. (7 de abril 2022). El BOE publica un acuerdo con Marruecos sobre inmigración y terrorismo firmado en 2019. El País. Recuperado de: https://elpais.com/espana/2022-04-07/el-boe-publica-un-acuerdo-con-marruecos-sobre-inmigracion-y-terrorismo-firmado-en-2019.html

[3] Comisión de Libertades, Justicia y Asuntos de Interior Parlamento Europeo (2021). Opinión sobre el informe de ejecución sobre los fondos fiduciarios de la UE y el Mecanismo para los refugiados en Turquía, Parlamento Europeo. Recuperado de: https://www.europarl.europa.eu/doceo/document/LIBE-AD-680984_ES.pdf

[4] Vargas Martín, Jairo. (29 de abril 2022). Dimite el director de Frontex tras un año de escándalos por amparar violaciones de derechos de migrantes y refugiados. Público. Recuperado de:  https://www.publico.es/sociedad/dimite-director-frontex-ano-escandalos-amparar-violaciones-derechos-migrantes-refugiados.html

Fotografía de Álvaro Minguito.