El pasado 19 de julio estalló la sorpresa en Chile. Contra todo pronóstico, Gabriel Boric, un joven diputado del Frente Amplio, obtuvo una contundente victoria en las primarias de la izquierda. Frente a él se encontraba nada menos que Daniel Jadue, el popular alcalde comunista de la comuna de Recoleta. Reconocido a nivel nacional e internacional por su buena gestión municipal, Jadue llevaba más de un año ocupando las primeras posiciones en todos los sondeos presidenciales. Unos sondeos en los que Boric ni tan siquiera aparecía, pues nadie consideraba que tuviera opciones de llegar a La Moneda.
Pero como viene ocurriendo a lo largo del último año, las encuestas distaron mucho del sentir general del pueblo chileno. Boric superó a Jadue en más de veinte puntos en unas primarias que muchos pensaban que sería un trámite para el alcalde del Partido Comunista (PCCh) y será quien represente a la izquierda alternativa en la elección más importante de las últimas décadas.
Gráfico 1: Primarias de la izquierda
¿Quién es Gabriel Boric?
Fuera de las fronteras chilenas, muchas personas que llevaban meses oyendo hablar de Jadue se preguntan hoy quién es Gabriel Boric. ¿Quién es este joven que ha logrado vencer al favoritísimo Daniel Jadue y que representará a la izquierda en noviembre?
Natural de Punta Arenas, una ciudad de Magallanes, la región ubicada más al sur de todo el país, Boric nació en una familia de clase media de orígenes croatas y catalanes (su segundo apellido es Font). Como tantos jóvenes de regiones alejadas de la capital, durante su etapa universitaria se marcharía a estudiar a Santiago, donde pronto comenzó a destacar dentro del movimiento estudiantil. Según él mismo ha comentado en alguna entrevista[1], su politización fue temprana y ya comenzó a militar de adolescente cuando aún no había salido de Punta Arenas. Sin embargo, fue en Santiago dentro de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile (FECH) donde daría el gran salto que cambiaría su vida.
En el año 2011, el magallánico vencería las elecciones a la presidencia de la FECH, probablemente la organización más importante del movimiento estudiantil chileno. A partir de ahí vendría su salto a la fama, tal y como había ocurrido con su predecesora, la comunista Camila Vallejo, que ese mismo año fue nombrada persona del año por los lectores de The Guardian gracias a su papel como dirigente estudiantil en las movilizaciones del 2011.
Estas protestas estudiantiles, que coincidieron en el tiempo con el 15M español, las primaveras árabes, o el Occupy Wall Street estadounidense, marcaron un antes y un después en la política chilena, y fueron un auténtico trampolín para la generación de Gabriel Boric. Casi un año de paros, huelgas y manifestaciones que dejaron claro que las protestas estudiantiles contra el primer gobierno de Bachelet en 2006, conocidas como Revolución Pingüina, no habían sido un episodio aislado.
De esta manera, se abrió definitivamente un ciclo de luchas sociales que llega hasta nuestros días, y que también tuvo su traducción en las instituciones. En las elecciones parlamentarias de 2013, los líderes de las tres principales organizaciones estudiantiles de 2011, Gabriel Boric y Camila Vallejo de la FECH y Giorgio Jackson de la Federación de Estudiantes de la Universidad Católica (FEUC), entrarían en el parlamento sin haber alcanzado aún los treinta años. Vallejo seguiría su camino en el PCCh, y Boric y Jackson, que pertenecían a dos partidos minoritarios de la izquierda alternativa, comenzaron a fraguar una relación personal y política que terminaría teniendo notables repercusiones en la política chilena.
Ambos diputados, que lograron una amplia popularidad gracias a su gran trabajo parlamentario (Jackson fue el diputado más votado de todo el país en las elecciones 2017), serían los precursores del Frente Amplio (FA). Una organización que, inspirándose en partidos como el Frente Amplio uruguayo o Podemos en España, pretendía plantear una alternativa de izquierdas al margen de los partidos tradicionales.
El experimento se estrenó electoralmente en las elecciones parlamentarias y presidenciales de 2017, donde obtuvo 20 escaños (16,5%) y un 20% en la elección presidencial quedando a poco más 2 puntos de pasar a la segunda vuelta. Unos resultados que demostraron que existía un espacio a la izquierda de la Concertación huérfano de representación y con posibilidades de crecer.
¿Pragmático o traidor?
Como ocurre en casi todas las trayectorias políticas, no todo ha sido un camino de rosas para Gabriel Boric. En su camino desde 2011 hasta hoy también encontramos sombras y momentos complicados en los que su figura fue muy cuestionada y su organización estuvo a punto de implosionar. El estallido social fue el causante de uno de los momentos más duros, y tendrían que pasar muchos meses hasta que Boric y el Frente Amplio recuperaran la confianza y la credibilidad perdida durante aquellos días.
Mientras Chile seguía en llamas un mes después del inicio de las protestas de octubre de 2019, en el Congreso chileno comenzaron a barajar salidas alternativas para desatascar el conflicto. Los manifestantes reclamaban una asamblea constituyente, y poco a poco una amplia mayoría de diputados empezaron a entender que para salir de la situación no bastaría con reformas parciales. Comenzaron así unos diálogos entre casi todas las fuerzas políticas que acabarían con un texto conocido como el Acuerdo por la Paz y la Nueva Constitución, que establecía la hoja de ruta del plebiscito que hoy se encuentra en curso.
Aunque hoy sepamos que el proceso está siendo un éxito para las fuerzas que quieren realizar transformaciones profundas en el país, en aquel momento el Acuerdo levantó una enorme polémica en el seno de la izquierda. Partido Comunista, Partido Humanista y otras fuerzas minoritarias decidieron no firmarlo, y buena parte del movimiento popular que continuaba en las calles lo condenó ferozmente. En el Frente Amplio, la disputa no fue menor y la división de opiniones precipitó la salida algunos partidos de la coalición. Revolución Democrática y Comunes apostaron por firmarlo, aunque no concordaran 100% con su contenido, y junto a sus firmas apareció la de un solitario Gabriel Boric, que decidió firmar a título personal tras el rechazo de su partido, Convergencia Social, al Acuerdo.
Esta decisión, además de costarle una sanción interna por saltarse la disciplina de partido tuvo unos enormes costes personales para Boric, que fue tachado de traidor, e incluso de cómplice con los responsables de la represión. Además de las virulentas críticas que recibió, su decisión también provocó un terremoto dentro de Convergencia Social. 72 importantes figuras de su formación lideradas por el alcalde de Valparaíso, Jorge Sharp, uno de los estandartes del partido, renunciaron a su militancia dejando a Convergencia y al Frente Amplio en una difícil situación.
Esta enorme polémica se debía tanto a una cuestión de forma como de fondo. De forma, pues el Acuerdo se había tejido entre bambalinas, completamente de espaldas a la ciudadanía, lo que según sus críticos era intolerable. Y de fondo, pues omitía puntos importantes para el movimiento popular como la paridad del órgano constituyente, las cuotas para pueblos originarios, e incluía otros inadmisibles como el quorum de dos tercios. Esta última previsión, inspirada en la Constitución pinochetista de 1980 (vigente aún a día de hoy), obligaba a que las normas y el reglamento de votación fueran aprobadas por dos tercios de los votos. Una concesión de los partidos de izquierdas al oficialismo que buscaba frenar los cambios profundos en la futura asamblea manteniendo el quorum que había impedido reformar la Constitución de 1980 en treinta años de democracia.
Este fue el punto del Acuerdo que más heridas levantó en buena parte del movimiento popular, que acusó a Boric y a los firmantes del FA de traidores y cómplices de la derecha. Los más pesimistas imaginaban un escenario de bloqueo en el órgano constituyente por parte de la derecha, y por ello cargaron duramente contra estos sectores del FA, que justificaron su decisión en base a la responsabilidad y a la necesidad histórica de avanzar en el proceso. Por su parte, Boric afirmó en una entrevista en el diario El Mercurio que “si todos se quedan tranquilos en su trinchera reivindicando sus propias opiniones ante el espejo, las cosas no cambian”[2], y que había que poner “el capital político a disposición de avanzar en el bien común, aunque generara costes personales”. Consciente de los costes que podía traer a corto plazo, el de Magallanes afirmó que “solo el tiempo podrá juzgar si fueron correctas y si hemos estado a la altura». Y en buena medida el tiempo le dio la razón.
Año y medio después de la firma del Acuerdo, el proceso constituyente se ha desarrollado con total normalidad y las fuerzas del cambio han obtenido sendas victorias en las dos primeras etapas: el plebiscito de entrada, donde el apruebo obtuvo un 80% de voto, y las elecciones a la Convención Constitucional, donde la derecha quedó por debajo del tercio de votos que le permitía bloquear cualquier medida. Además, tanto la paridad de género como los escaños reservados a los pueblos originarios se consiguieron incluir en los meses siguientes, lo que ha permitido que la Convención haga historia, siendo el primer órgano constituyente paritario, y estando presidido por Elisa Loncón, una activista de origen mapuche.
Desde el equipo de Boric coinciden en que el desarrollo de los acontecimientos demostró que sus tesis no estaban equivocadas, lo que le permitió recuperar parte de la confianza ciudadana que perdió durante aquellos meses. Figuras cercanas al candidato como Antonia Orellana, consideran que la capacidad de encontrar puntos en común en vez de tratar de explotar la más mínima diferencia ha sido una de las claves del éxito de Boric. Gracias a ello y a una buena campaña, el de Magallanes alcanzó el millón de votos en las primarias de este domingo. Una cifra impresionante que le coloca como un firme candidato a La Moneda.
¿Qué puede aportar Boric?
La pregunta que muchos se harán ahora es qué puede aportar Boric a la izquierda chilena, cuando esta tenía a un candidato tan potente como Jadue. Su juventud, su capacidad comunicativa, y una estrategia que parece ir encaminada a ensanchar la base de la izquierda hacia los sectores más progresistas de la Concertación son los aspectos de su candidatura que más se han tratado, pero la figura de Boric tiene muchas más aristas.
El de Magallanes pertenece a una rara estirpe de políticos, la de aquellos que se atreven a reivindicar su derecho a dudar. Una duda que Boric —parafraseando a Camus— considera que debe seguir a la convicción[3] y que no significa ausencia de principios. Esta duda es la que le ha llevado en más de una ocasión a salir de la comodidad de la trinchera para defender decisiones difíciles. Unas veces para acertar, como en el caso del Acuerdo por la Nueva Constitución, y otras para equivocarse como cuando apoyó algunos artículos de la conocida Ley Antibarricadas, criticada por amplios sectores de la izquierda por criminalizar la protesta social.
Con un perfil dialogante, capaz de reconocer sus errores y más proclive a llegar a acuerdos que Jadue, su presencia en la Moneda podría ser muy útil en un mandato en el que además del presidente convivirán un Congreso y una asamblea constituyente. De continuar en la línea que ha seguido hasta el momento, su liderazgo podría evitar los riesgos del personalismo que existía con Jadue, y evitar choques entre los distintos poderes del Estado en el caso de que la Convención Constitucional ampliara los poderes del Congreso en detrimento de los del presidente.
Además, su candidatura supondrá la introducción en primera línea del debate de temas importantes y poco tratados habitualmente como la descentralización territorial, la salud mental o la crisis climática. Procedente de una región muy perjudicada por el “santiagocentrismo” y diagnosticado con un Trastorno Obsesivo Compulsivo desde adolescente, estos temas han estado muy presentes en la vida de Boric y seguramente lo estén en su campaña a las presidenciales. En opinión de Orellana, que preparó de cerca los debates de las primarias junto al candidato, la introducción de estos temas consiguió interpelar a sectores que tradicionalmente habían estado alejados de la política como los jóvenes o los habitantes de regiones periféricas, por lo que también tratarán de explotarlos en las presidenciales de noviembre.
La conclusión es que Boric puede aportar un cierto grado de apertura a la izquierda en la elección más importante de las últimas décadas. Aquí los detractores de Boric querrán leer moderación en vez de apertura, pero lo cierto es que el de Magallanes ganó con holgura a Jadue sin presentar un programa mucho más moderado que el alcalde de Recoleta. Esta apertura, entendida como capacidad de hablar a sectores que van más allá de tus acérrimos, será una de las claves en una elección a doble vuelta en la que se necesita más del 50% de votos para gobernar. Por ahora las cifras le favorecen, pues su conglomerado consiguió convocar a 1.750.000 personas a votar a las primarias, una cifra superior al 1.400.000 con el que Guiller pasó a la segunda vuelta en 2017, pero insuficiente para llegar hasta la presidencia.
Boric intentará ensanchar su base social, pero deberá andarse con ojo y no descuidar su flanco izquierdo, que podría estar amenazado por una posible candidatura de La Lista del Pueblo. Este es el principal peligro de la candidatura de Boric, considerado un traidor por los sectores del estallido representados hoy por la Lista del Pueblo (LDP), que podrían levantar una candidatura alternativa. Una candidatura que, para más inri, podría estar encabezada por el alcalde de Valparaíso Jorge Sharp, excompañero de Boric en Convergencia y con el que tuvo una fuerte disputa por el Acuerdo por la Nueva Constitución. Sharp lleva un tiempo haciendo guiños a la LDP, y esta opción parece cada vez más plausible. Jadue, más respetado por estos sectores, tal vez podría haber servido de dique de contención, pero Boric es complicado que lo haga, por lo que seguramente tendrá que enfrentarse a este escenario. El camino no será fácil, pero después de vencer unas primarias con un millón de votos a sus espaldas el de Magallanes ha andado una parte importante del camino.
Jaime Bordel (@jaimebgl) es politólogo y jurista por la Universidad Carlos III y colaborador de medios como El Salto, CTXT y Descifrando la guerra.
Notas
[1] (8 de mayo de 2016). CNN Íntimo: Entrevista a Gabriel Boric. Disponible en: https://www.youtube.com/watch?v=DJ7yFYGJm-I&ab_channel=CNNChile
[2] (16 de noviembre de 2019). Boric apela a la historia para defender acuerdo constitucional: «Solo el tiempo podrá juzgar si fueron correctas y si hemos estado a la altura». El Mostrador. Recuperado de: https://www.elmostrador.cl/destacado/2019/11/16/gabriel-boric-defiende-acuerdo-constitucional-y-lamenta-masivas-renuncias-a-convergencia-social-solo-el-tiempo-podra-juzgar-si-fueron-correctas-y-si-hemos-estado-a-la-altura/
[3] Boric, Gabriel. (10 de mayo de 2017). Gabriel Boric sale al ruego: «El Frente Amplio: política de convicción y convicción en la duda». The Clinic. Recuperado de: https://www.theclinic.cl/2017/05/10/gabriel-boric-sale-al-ruedo-frente-amplio-politica-conviccion-conviccion-la-duda/
Fotografía de Boric. Autor: Diputadas y Diputados de Chile.