La abolición: única alternativa para las mujeres sin derechos

Vivimos en el tercer país del mundo en el que más prostitución se consume. Según Naciones Unidas, cuatro de cada diez hombres españoles reconoce consumir prostitución[1]. Sin duda alguna, estos datos deben preocuparnos, y mucho. Sin embargo, nos encontramos ante un fenómeno global que forma parte del mercado mundial: Naciones Unidas calcula que la prostitución mueve anualmente ciento ocho mil millones de dólares en un mercado que no ha estado exento de los cambios que la globalización y el neoliberalismo han provocado en la economía y el mercado a nivel mundial.

Si pensamos en prostitución enseguida pensamos en trata, y es lógico ya que son dos fenómenos indisociables. De hecho, si estudiamos algunos datos sobre la trata, aunque son realmente difíciles de recopilar, comprobamos la dimensión que la explotación sexual de mujeres y niñas tiene a nivel mundial; el 96% de las víctimas de trata con fines de explotación sexual son mujeres y niñas, cada vez son más las menores víctimas de trata, lo que muestra una tendencia de pedofilizacion de la prostitución[2].

La trata es uno de los ejes centrales del sistema prostitucional, pero no es el único, ni tampoco es el único que convierte este fenómeno en un fenómeno mundial, de modo que la única manera de luchar contra esto es desde una posición internacionalista. No podemos hablar de prostitución sin hablar de políticas migratorias, colonialismo y racismo.

El patriarcado nos ha dividido en esposas o putas, en mujeres públicas o privadas, en mujeres de todos o de uno. Históricamente, esa división ha sido muy sencilla: la pobre para puta, la rica para esposa. Los avances del feminismo en occidente –un feminismo que hasta hace poco no ha empezado a tener en cuenta las realidades de las demás mujeres– nos han llevado a que no concibamos que las mujeres de nuestro entorno sean prostitutas. Esto, que sin duda es algo positivo, es un avance insuficiente mientras no extendamos esta idea a todas las mujeres, pero sobre todo, hasta que no sea inconcebible que los hombres consuman los cuerpos de las mujeres. Recordemos que cuatro de cada diez hombres han reconocido haber consumido prostitución. No hay un perfil determinado de putero, encontramos hombres de todas las edades y de todos los perfiles, porque si algo es la prostitución es interclasista, y no me refiero, claro está, a las mujeres, sino a los consumidores. Da igual su capacidad adquisitiva, pues siempre habrá una mujer a la que puedan comprar.

Para mantener esa inmensa demanda, occidente necesita mujeres cuyos cuerpos sirvan para el disfrute de los puteros, pero los cuerpos de sus mujeres no, ellas pertenecen a la categoría de las buenas mujeres, por lo que se recurre a los países empobrecidos, aquellos con grandes bolsas de población sobrante, de mujeres sobrantes, y así satisfacer la demanda de los países enriquecidos[3].

Por supuesto hablamos de mujeres engañadas con promesas de vidas idílicas en Europa que luego se ven atrapadas en las garras de tratantes y proxenetas, también de aquellas que aunque saben a qué se van a dedicar piensan que lo harán en unas condiciones muy diferentes. Pero no olvidemos que estamos hablando de una industria mucho mayor, hablamos de turismo sexual: Tailandia es seguramente el ejemplo más paradigmático, pero no el único, España es uno de los principales destinos de turismo sexual de Europa. Hablamos de grandes cantidades de dinero enviadas en forma de remesas por las mujeres. En definitiva, estamos hablando de una fuente de desarrollo económico para muchos países de las regiones más pauperizadas del mundo. Por eso no sorprenden las declaraciones de un ministro de Gabón pidiendo que se legalizase la prostitución para poder desarrollar el turismo en la región, o de un primer ministro tailandés afirmando que había que sacrificar una generación de mujeres para desarrollar el país[4].

Se calcula que el 80% de las mujeres en situación de prostitución en España son mujeres extranjeras en situación administrativa irregular[5]. No hace falta decir mucho más para ver la relación entre migración y prostitución, ni cómo las políticas migratorias que hacen realmente difícil la regularización lanzan a muchas mujeres a los brazos de los proxenetas y de la industria explotadora de la prostitución. Una reforma de la ley de extranjería que permita la regularización y que otorgue derechos a las víctimas de trata es urgente. Medidas concretas como esta es lo que necesitamos y lo que nos llevará a la abolición, pues es mucho más útil tipificar en el Código Penal la tercería locativa que hacer grandes declaraciones de intenciones que luego no se concretan en nada[6].

Pero miremos más arriba. La Unión Europea y su modelo de Europa fortaleza también provoca esto. No podemos quedarnos con la idea de mujeres que son engañadas con supuestos contratos de trabajo en Europa y cuando llegan se encuentran secuestradas por tratantes y proxenetas. No niego esta realidad, ni mucho menos, muy lejos quedo de aquellas corrientes –minoritarias– “negacionistas de la trata”. Pero sí se trata de ver que esta no es la única forma en la que mujeres extranjeras acaban explotadas en los países de la UE. La falta de vías legales y seguras, el cierre y la externalización de fronteras o el inmenso laberinto burocrático con el que se encuentra quien llega a las fronteras de la Unión provoca que muchas de ellas acaben dentro de la industria de la prostitución no solo en el país de destino, sino también en los países de tránsito.

Con esto no quiero decir que no haya mujeres españolas explotadas por el sistema prostitucional, claro que las hay, mujeres excluidas del sistema, mujeres trans. Quiero hacer un inciso sobre esta cuestión y en relación al debate que hemos vivido dentro del feminismo sobre la cuestión trans, y sobre el hecho de que una parte del feminismo abolicionista haya adoptado posturas trans-excluyentes, ante las cuales quiero mostrar mi rechazo y mi firme oposición: las mujeres trans son mujeres, atravesadas por el patriarcado y el sistema prostitucional como las demás, y por tanto sujeto del feminismo. Flaco favor le hacen al abolicionismo quienes pretenden asociar como dos cuestiones inseparables las posiciones transexcluyentes y las abolicionistas, como si fuesen lo mismo, como si no pudieses querer reconocer los Derechos Humanos de las personas trans y también querer abolir la prostitución. Flaco favor porque el feminismo y la sociedad[7](aunque sin duda falta mucho para lograr la igualdad real) son mayoritariamente transinclusivas y necesitamos lo mismo para el abolicionismo.

Pero volvamos al tema que nos ocupaba. Claro que hay mujeres españolas explotadas sexualmente, una parte de ellas son las que han decidido ejercer la prostitución “libremente” –no voy a entrar a valorar la libre decisión y el consentimiento porque daría para varios artículos, quizá en otra ocasión–. Hay quienes argumentan, erróneamente, que la regularización de la prostitución contribuirá a acabar con la trata y con la prostitución no deseada, y que solo quienes “libremente” lo deciden ejercerán la prostitución. Nada más lejos de la realidad. ¿Por qué no sucedería esto? Lo explico: podemos analizar el consumo de prostitución desde una vertiente cuantitativa y otra cualitativa. Si vamos a la parte cuantitativa, como ya hemos dicho la demanda es enorme y quienes se lucran con esto necesitan recurrir a mujeres en exclusión social para satisfacerla, las mujeres que ejercen la prostitución de manera totalmente voluntaria y sin ninguna clase de coacción son muy minoritarias, por lo que jamás serían suficientes para la cantidad de hombres que consumen prostitución, por lo que se seguiría recurriendo a mujeres para que ejerzan la prostitución involuntariamente. Cuando hablo de la vertiente cualitativa, quizá menos evidente, me refiero a que quienes acuden a los prostíbulos, a las calles o a los pisos en busca de mujeres buscan también llevar a cabo prácticas que sus parejas nunca aceptarían, no buscan mujeres con las que tener una relación sexual, sino a quienes utilizar de formas que van mucho más allá y que en muchas ocasiones son realmente violentas. Para poder lograr esto tienen que vulnerarse derechos inherentes a la condición de ciudadanía, es por eso que buscan población sobrante extranjera. En definitiva, necesitan mujeres sin derechos. Sin embargo, las mujeres que reivindican la regularización alegando, entre otras cosas, proporcionar derechos a las mujeres para que puedan elegir qué hacen y qué no hacen con los clientes, no contemplan esto, quizá porque quienes se encuentran en estas posiciones y son prostitutas sí tienen la libertad de elegir a los clientes y qué hacen con ellos.

Siento si estoy enfriando mucho la cuestión con datos y argumentaciones que no muestran la realidad diaria de quienes sufren esta situación, pero considero que los datos empíricos son la mejor forma de romper los argumentos del contrario, aunque también reconozco que puede acabar provocando que veamos a las afectadas como números y cifras. Por esto está bien contar y recordar sus historias, ponerles nombre, hablar de ellas, de las consecuencias que tiene en sus vidas pasar por el sistema prostitucional: secuelas físicas y psicológicas, aislamiento de las familias y el entorno, presentes y futuros rotos. Necesitamos un abolicionismo hecho con, por y para ellas.

El regulacionismo que lleva por bandera el lema “Que hablen las putas” acaba reduciéndose a un sector muy minoritario dentro de la prostitución y esa es la realidad que conocen y la que muestran, dando a entender que todo lo que esté fuera de ahí son víctimas de trata y que eso es lo que hay que erradicar, pero ya hemos visto que esto no es así. Ellas dan voz a una minoría. El hecho es que ahora mismo la voz la tienen los proxenetas que obviamente reclaman que su negocio sea legal, de esa manera se aseguran que sea socialmente aceptable y por tanto su cuota de mercado aumentará y, no seamos ingenuas, la situación y los derechos de las mujeres a las que explotan no les importan en absoluto. Si les importasen no las someterían a semejantes niveles de violencia.

El problema es que las putas no pueden hablar. Sus proxenetas, el miedo constante, la violencia salvaje en la que viven no se lo permite. Desde el feminismo tenemos que hacer todo lo posible por que hablen, claro, pero que hablen todas, y lo debemos hacer porque son quienes tienen que ser, y serán, el sujeto que acabe con esta institución que representa el nivel más alto de la violencia contra las mujeres. Para ello, como dice Amelia Tiganus, todas debemos bajar a ese último escalón del patriarcado donde residen sus cimientos y empujar juntas para hacer la revuelta de las putas[8].

Mientras una mujer o una niña, en cualquier rincón del mundo, esté siendo explotada sexualmente, los hombres entenderán que no somos sujetos, sino mercancía que pueden comprar y por tanto hacer con nosotras lo que quieran, lo que genera una subjetividad en la que la igualdad es imposible, pues les pertenecemos. Por ello, es imprescindible recordar una y otra vez que sin abolición no hay igualdad.

Irene García Durán (@IreneGarDur) es experta en Cooperación Internacional y migraciones y responsable de redes de activistas de Izquierda Unida.

Notas

[1] Hdez. Velasco, Irene. (4 de frebrero 2019). España, tercer país del mundo en demanda de prostitución. El Mundo. Recuperado de: https://www.elmundo.es/espana/2019/02/04/5c588ed421efa079228b45a5.html

[2] UNODC, Global Report on Trafficking in Persons 2020. (United Nations publication, Sales No. E.20.IV.3). Recuperado de: https://www.unodc.org/documents/data-and-analysis/tip/2021/GLOTiP_2020_15jan_web.pdf

[3] Véase: Rodríguez Rojo, Jesús. (2021). Las tareas pendientes de la clase trabajadora, Barcelona: El viejo topo, p. 62.

[4] Véase: Cobo, Rosa. (2017). La prostitución en el corazón del capitalismo Madrid: Catarata, pp. 124-125

[5] Médicos del Mundo. (2020). La prostitución como forma de violencia de género. La percepción de las mujeres en situación de prostitución. (Médicos del Mundo licencia CC BU-NC 4.0.) Recuperado de: https://www.medicosdelmundo.org/sites/default/files/la_prostitucion_como_forma_de_viole-ncia_de_genero.pdf

[6] Borraz, Marta. (23 de septiembre 2020). El Gobierno reformará el Código Penal para perseguir a los dueños de los clubes que se enriquezcan con el ejercicio de la prostitución. Eldiario.es. Recuperado de: https://www.eldiario.es/sociedad/gobierno-reformara-codigo-penal-perseguir-duenos-clubes-enriquezcan-ejercicio-prostitucion_1_6239084.html

[7] Nolsoe, Eir. (31 agosto 2021). International survey: How supportive would Britons be of a family member coming out? YouGov. Recuperado de: https://yougov.co.uk/topics/international/articles-reports/2021/08/31/international-survey-how-supportive-would-britons-?utm_source=twitter%20&utm_medium=website_article&utm_campaign=support_for_LGBT_family_members

[8] Véase: Tiganus, Amelia. (2021). La revuelta de las putas. Barcelona: Sinequanon, pp. 229-230.

Fotografía de Álvaro Minguito, 8M de 2019.