La oportunidad histórica de la izquierda chilena

El pasado 19 de noviembre, los resultados de la primera vuelta de las elecciones presidenciales dejaron un sabor agridulce para la izquierda chilena. Se había pasado a segunda vuelta, sí, pero la ultraderecha había ganado la elección. En algunos sectores no tardó en estallar el desánimo, y no es para menos. Con un proceso constituyente puesto en marcha tras un amplio respaldo de la ciudadanía, las condiciones parecían ideales para una victoria de la izquierda y, sin embargo, la jornada se había cerrado con la victoria de un candidato que representaba la reacción más beligerante contra este proceso de cambio en el que lleva tiempo inmerso el país.

Aquella noche muchos lo veían todo negro, y tras su victoria en primera vuelta, Kast parecía el mejor posicionado para terminar en La Moneda. Pero como ocurre en muchas elecciones con balotaje, la segunda vuelta ha dibujado un escenario completamente distinto para ambos candidatos. Gabriel Boric, candidato del Frente Amplio y el Partido Comunista, vuelve a estar a la cabeza de los sondeos, y las encuestas que se acercaron más a los resultados en la primera vuelta auguran una victoria por la mínima de la izquierda en la elección del domingo.

A pesar de llevar todo noviembre estancado en las encuestas, Gabriel Boric parece haber revertido esta tendencia y estar más cerca que Kast de llegar al Palacio de La Moneda. ¿Cuáles han sido las claves de este giro en las últimas semanas y cuáles son los principales retos de la izquierda en este tramo final de campaña?

Reeditar la coalición del Apruebo

El primer momento que empieza a orientar como será una campaña de segunda vuelta son los pactos iniciales. Los apoyos que obtenga cada candidato y cómo sean estos apoyos dibujan determinados equilibrios sobre el terreno de juego e influyen en la agenda de la campaña. En esta ocasión, los acuerdos de segunda vuelta han ofrecido un realineamiento más favorable para Gabriel Boric, que obtuvo pronto y de manera consistente los apoyos de Yasna Provoste y Marco Enriquez Ominami, las dos candidaturas del centroizquierda. Ambos candidatos explicaron su apoyo por Boric como un ejercicio de responsabilidad ante la amenaza de un gobierno de José Antonio Kast, y no impusieron condiciones al candidato de la izquierda.

El caso de Kast fue bien distinto, y aunque distintos miembros del centroderecha ya habían anunciado que votarían por él en segunda vuelta, desde la candidatura oficialista de Sebastián Sichel se tardó algo más en conceder el apoyo y, sobre todo, se condicionó que Kast eliminara determinadas medidas de su programa. Estas exigencias del equipo de Sichel tocaban temas centrales como el respeto irrestricto de los derechos humanos o de las minorías, y pedían medidas concretas como mantener las leyes del aborto en tres causales y de uniones civiles que Kast había prometido eliminar.

El candidato del Partido Republicano aceptó las nueve medidas propuestas por el centroderecha, muestra de un claro viaje hacia el centro mucho más acusado que en primera vuelta. Si en el primer turno electoral, Kast había moderado el tono, pero no el programa, esta vez sí se ha hecho evidente una renuncia a determinados aspectos programáticos, como es el caso del Ministerio de la Mujer. Dos semanas después de haber prometido eliminarlo, Kast aparecía en un mitin de campaña pidiendo perdón a las mujeres chilenas y asegurando haberse dado cuenta de su error. Rectificar puede ser una virtud en política, pero en el caso de Kast, la clave estará en si la ciudadanía percibe su moderación como real o impostada, y si su electorado considera aceptable que haya renunciado a puntos tan específicos de su programa.

Más allá de los costes que puede suponer abandonar parte de tu programa, estos acuerdos dibujan unas coordenadas más favorables para Gabriel Boric. Mientras Kast ha tenido que acercarse necesariamente a la denostada coalición de gobierno de Sebastián Piñera, Boric al aglutinar a su alrededor a Ominami, la Democracia Cristiana de Provoste y todo el centroizquierda, puede activar fácilmente el eje de competición Apruebo vs. Rechazo. Esta dialéctica, entre quienes aprobaron la nueva constitución y quienes hicieron campaña por rechazarla es claramente beneficiosa para Boric, pues el Apruebo venció con un 80%. Y si bien es cierto que el voto a Kast no es exclusivamente el del Rechazo, al candidato de la derecha radical le sigue costando entrar entre los partidarios del Apruebo como muestran buena parte de los sondeos.

Según CADEM, una de las encuestadoras que más cerca se quedó de acertar para la primera vuelta, solo un 15% de los votantes de Kast en una hipotética segunda vuelta votaron Apruebo en octubre de 2020. Una cifra que parece excesivamente baja si Kast obtiene más de un 45% como indican todas las encuestas, pero que muestra los problemas que sigue teniendo la candidatura ultraderechista para pescar más allá de sus tradicionales caladeros de voto.

Arrinconar a Kast y potenciar este eje de competición debe ser una de las prioridades de la izquierda en esta recta final de campaña. En este sentido, apelar al Chile del “No” a Pinochet como hizo en uno de los últimos vídeos de campaña en la primera vuelta, parece una opción muy acertada. Y es que el realineamiento de los actores para esta segunda vuelta, no solo recuerda al referéndum por el Apruebo de 2020, sino al del No a Pinochet en 1988, como bien recordaba el periodista Daniel Matamala en su columna dominical de esta semana[1]. Y en ambos, ganó la opción que apoyaba la izquierda.

Perfil presidenciable

Mientras que la principal estrategia de campaña de José Antonio Kast ha sido moderar los aspectos más extremos de su programa, en el caso de Boric la travesía al centro ha sido distinta, y más que recortar medidas del programa, ha buscado presentarse como un candidato maduro y capaz de gobernar un país tan complejo como Chile. La juventud y algunos errores groseros en cifras macroeconómicas fueron los principales problemas de Boric en primera vuelta. Acusado continuamente de inexperto y con un discurso que la ciudadanía percibía como poco creíble en materias como seguridad, en esta segunda vuelta el candidato de la izquierda ha tratado de pulir estos aspectos que le impidieron ganar en primera vuelta, prometiendo gradualidad en algunos cambios y tocando temas espinosos que había evitado en primera vuelta como la seguridad.

La semana pasada, CADEM sacaba una encuesta donde se asociaba a cada candidato con una serie de atributos. Los resultados obtenidos confirman buena parte de nuestras intuiciones, y mientras que Boric era percibido como más cercano y capaz de liderar acuerdos, Kast se veía como más consistente, seguro en sus convicciones y con mayor autoridad y liderazgo.

Por delante de Kast en diez de los quince atributos, el sondeo sitúa a Boric como un candidato más completo y muestra el éxito de su campaña a la hora de generar consensos y presentarse como un candidato “convocante”. Especialmente importantes son las victorias en el programa de gobierno —lo que refleja el trabajo de su equipo en esta segunda vuelta— y en ser garante de paz y gobernabilidad. Pero la candidatura de la izquierda sigue teniendo un importante talón de Aquiles. El gran fallo que sigue teniendo Boric a día de hoy es que la ciudadanía sigue viendo a Kast como un candidato más consecuente con lo que dice y hace.

Aquí de nuevo la inexperiencia y algunos bandazos que se han dado a lo largo de la campaña probablemente hayan penalizado a Boric. En este punto, se deberá trabajar en el largo plazo, y en la recta final de campaña ser muy cuidadoso con no cometer errores que refuercen esta visión de Boric como una persona que no cumple con su palabra. Cumplir lo que se promete es importante, y no en vano este es el atributo que más valora la ciudadanía chilena

Las regiones: el norte puede decidir la elección.

Es imposible entender la victoria de Kast en primera vuelta sin mirar un mapa de Chile. Mientras Boric venció holgadamente en Santiago, el candidato de la ultraderecha se impuso en diez de las dieciséis regiones del país. De nuevo la izquierda se daba de bruces contra una de sus tradicionales barreras en Chile: conseguir votos más allá de los grandes centros urbanos. Un problema que va más allá de la brecha urbano/rural, ya que también se trasladaba a las ciudades medianas y pequeñas. Boric venció en cuatro de las cinco ciudades más pobladas de Chile, pero si nos movemos de la 5ª a la 15ª en población Kast le superó en 8 de 10.

La incapacidad de Gabriel Boric de competir en las regiones fue uno de los lastres de su campaña. Algo que se ha tratado de paliar en esta segunda vuelta organizando actos en muchas más ciudades de provincia y recorriendo de norte a sur el país. Pero dentro de la geografía chilena, el lugar que puede darle la victoria a Gabriel Boric es el norte del país. Principal caladero de votos de Franco Parisi, las regiones áridas y mineras del norte de Chile, que tradicionalmente habían votado a la izquierda, parecen un escenario más favorable para Boric que la zona sur del país. En el sur, tradicionalmente más conservador, tendrá complicado superar a Kast. Con algunas de estas regiones inmersas desde hace tiempo en un violento conflicto sobre la tierra con grupos mapuches, el discurso securitista de Kast cala mejor en muchas de estas zonas, donde las demandas de diálogo de Boric no se acaban de ver creíbles. En este aspecto el equipo de Boric ha trabajado en ello tratando de no esquivar temas como la seguridad que han tenido mucha más presencia en esta segunda vuelta. Pero siendo pragmáticos, si atendemos a la historia y a las elecciones más recientes, es muy probable que en regiones como Araucanía o el Maule, de donde procede José Antonio Kast, Boric lo tenga mucho más complicado.

Pero para ganar en el norte Boric deberá enfrentarse a una de las grandes incógnitas de esta elección: el electorado de Franco Parisi. Tras no haber llamado a votar por ninguno de los dos candidatos, nadie sabe qué hará el millón de votantes que optó en noviembre por el candidato del Partido de la Gente. Aunque a priori parece que su discurso —populista, liberal y muy beligerante con la inmigración— sería más próximo a Kast, las pocas encuestas que han aportado datos sobre el tema indican que una mayoría se decantará por la abstención y que Boric podría llevarse más votantes que Kast.

Si estas previsiones se cumplen, habría muchas opciones de que la balanza finalmente cayera del lado de Gabriel Boric. Quizás la izquierda debería focalizar sus últimos esfuerzos en el norte del país, no tanto en las zonas rurales donde su discurso conecta peor, sino en importantes centros urbanos como Antofagasta —más de 300.000 habitantes—, capital de la región homónima, donde quedó a seis puntos de un Parisi que fue primera fuerza con casi un 30% de voto. Si Boric se mantiene igual de fuerte en la Región Metropolitana y Valparaíso y conquista algunas regiones del norte, tendría que ocurrir un absoluto desastre en el resto del país para no terminar en el Palacio de La Moneda.

En menos de una semana sabremos si la izquierda chilena logró un reto por el que lleva trabajando décadas. Décadas en las que parecía impensable que un candidato más allá del centro-izquierda pudiera alcanzar el Palacio de La Moneda. Sin embargo, este domingo Gabriel Boric puede convertirse en el presidente más joven de la historia de Chile y en la primera persona fuera del duopolio Concertación/centroderecha que gane una elección presidencial en Chile. Desde la vuelta de la democracia, a la izquierda nunca se le había presentado una oportunidad así, y es posible que dentro de cuatro años no se vuelva a presentar. Veremos si es capaz de aprovecharla.

Jaime Bordel (@jaimebgl) es politólogo y jurista por la Universidad Carlos III y colaborador de medios como El Salto, CTXT y Agenda Pública.

Notas

[1] Matamala, Daniel (12/12/2021), El llamado de la tribu. La Tercera. Recuperado de: https://www.latercera.com/opinion/noticia/columna-de-daniel-matamala-el-llamado-de-la-tribu/UT2R53XSC5BV7P4J2GUHU3UYLU/

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