¿Libertad para qué? Las claves del discurso de José Antonio Kast

“La libertad de poder hablar sin miedo de lo que llevamos dentro, la libertad de vivir seguros y sin temor”. ¿Les suena de algo? Aunque pudiera parecerlo, no se trata de una frase de la presidenta de la Comunidad de Madrid Isabel Díaz Ayuso, ni de un estribillo de un tema de la movida madrileña, sino de una de las estrofas de la canción de campaña del candidato a la presidencia de Chile, José Antonio Kast[1]. La libertad cotiza al alza este 2021, y a lo largo y ancho del globo, figuras políticas, en su mayoría del entorno de la derecha y la ultraderecha, tratan de apropiarse y resignificar un término cada vez más presente en discursos y eslóganes.

En Chile, a José Antonio Kast la libertad le ha servido por el momento para desbancar a al candidato de centroderecha Sebastián Sichel, y podría servirle para alzarse con la victoria en la próxima cita electoral. Todas las encuestas colocan al candidato de ultraderecha en una hipotética segunda vuelta frente a Gabriel Boric. Una situación inimaginable hace unos meses, cuando Kast era visto aún como un pinochetista trasnochado, un ultra que simplemente aspiraba a captar el voto de los sectores más radicalizados de la derecha y que jamás podría hablarle a una mayoría del país.

¿Qué ha pasado en Chile para que ocurra esta vuelta de tuerca? Una hábil campaña presidencial sumada a una serie de factores coyunturales ha permitido a José Antonio Kast competir la próxima presidencia de Chile. Veamos algunas de las claves de su ascenso.

Atrévete

Hasta el momento, “atrévete” era una palabra monopolio de la izquierda gracias al icónico tema del grupo puertorriqueño Calle 13, pero a partir de ahora, en Chile este vocablo tendrá un nuevo significado para la derecha. Atrévete ha sido el eslogan de la exitosa campaña de José Antonio Kast en Chile para estas elecciones. Un mensaje claro y directo, cuyo principal objetivo era quitarse de encima los estigmas que pesaban sobre su figura y apelar a ese votante que podía coincidir en ciertos puntos con Kast, pero que no “se atrevía” a votar por él.

Orgulloso defensor de los logros del pinochetismo, con un padre que combatió en el ejército nazi antes de migrar a Chile[2], y un hermano que fue ministro con Pinochet, los vínculos de Kast con el fascismo siempre han sido más que evidentes, por lo que no es de extrañar que su figura despertara muchas reticencias en una parte importante del electorado. Además, hasta esta campaña, Kast tampoco se había esforzado mucho en quitarse de encima esta etiqueta. Hace apenas un año, en una entrevista daba las gracias a Pinochet por “haber traído libertad a nuestra patria”, ya que “sin su intervención estarían peor que Cuba y Venezuela”, y en todas sus apariciones públicas no conseguía salir del callejón sin salida que suponía su apoyo a “los logros” de la dictadura.

Hoy, Kast sigue pensando las mismas cosas sobre el régimen militar, el aborto o la inmigración, pero gracias a una campaña muy trabajada ha conseguido hacerse tolerable para muchos más chilenos. Lo curioso es que esta operación no se ha llevado a cabo a través de una moderación o rebaja ideológica del discurso, sino simplemente cambiando el marco desde el que se encuadra. Kast ha hecho del estigma virtud, y ha presentado votarle a él y defender sus ideas como una suerte de revuelta contra el sistema. Votar a Kast ya no sería algo de nostálgicos o trasnochados, sino una opción consciente y rebelde elegida por alguien que se levanta contra los consensos y vetos impuestos por las élites.

Esta retórica de resistencia ha estado presente toda la campaña de Kast. Prueba de ello es su franja electoral, donde el candidato republicano le dice a cada chileno que se atreva “a levantar la voz donde pocos hacen ruido” y a “nadar contra una corriente aparentemente mayoritaria”. Un mensaje muy similar al de otros partidos de ultraderecha que claman contra la dictadura de lo políticamente correcto y apelan a una supuesta mayoría silenciosa. Así ha construido Kast un discurso en el que le dice al chileno medio: sé que te han dicho que soy un monstruo, pero escúchame cinco minutos y atrévete a votar por mí si te gusta lo que digo.

Lo paradójico de esta figura de outsider que ha creado Kast es que probablemente sea uno de los candidatos más establishment que se presentan a la elección. Procedente de una familia con fuertes lazos con la dictadura, y militante desde joven en la Unión Demócrata Independiente (UDI), Kast es igual de establishment o más que el resto de los candidatos presidenciales. Sin embargo, al igual que consiguieran otros líderes populistas que poco tenían que ver con el ciudadano medio de su país, como Trump o Berlusconi, Kast ha logrado presentarse como el gran outsider de la elección. Aquí podría estar una de las grandes derrotas de la izquierda durante esta campaña, no haber sido capaces de arrebatarle el cartel de la rebeldía a José Antonio Kast.

A falta de poco más de una semana para las elecciones, Kast lidera los últimos sondeos, cada vez fideliza más votantes y ha conseguido hacer frente al principal problema de su candidatura: reducir los rechazos hacia su figura. Un reflejo del éxito que está cosechando su campaña. Las urnas darán el veredicto final, pero hasta el momento, parece que Kast va ganando la partida.

La Libertad

Además del “atrévete”, hay otro concepto que ha sido clave en la campaña de José Antonio Kast: la libertad. Un significante que ha servido al candidato de la derecha radical como cajón de sastre para introducir el resto de su programa político. Este uso de la libertad no es nada nuevo en la derecha radical y en la última década el término ha sido empleado por numerosas formaciones políticas.

En este aspecto, el Frente Nacional (FN) de Marine Le Pen y Florian Philippot fue uno de los primeros partidos en cambiar el léxico de la extrema derecha. Tal y como cuenta Guillermo Fernández-Vázquez en su libro Qué hacer con la extrema derecha en Europa, desde el año 2011 (y más acusadamente tras los atentados de Charlie Hebdo), la libertad pasó a situarse en el centro del discurso del FN. Esta defensa de la libertad operaba en seis dimensiones: como soberanía popular, como capacidad de decisión sobre la vida propia, como seguridad, como recuperación de la independencia nacional, como capacidad de encarnar el interés general y como liberadora de los complejos nacionales[3]. Detrás de estas dimensiones se hallaban los mismos elementos de siempre de la derecha radical populista, el nativismo (con fuertes dosis de islamofobia), el autoritarismo y el populismo, pero la manera de presentar el mensaje había cambado radicalmente.

A pesar de las enormes diferencias entre el FN francés y el Partido Republicano de Kast, la operación llevada a cabo durante esta campaña por el líder chileno tiene sus similitudes con la que hicieron en su día los franceses. No en lo programático, pues el FN de Marine Le Pen es mucho más soberanista e intervencionista en materia económica que Kast, pero sí en la estrategia discursiva.

Detrás de la noción de libertad de Kast encontramos el mismo programa que ha defendido siempre la extrema derecha chilena. En primer lugar, la libertad como seguridad ha sido uno de los puntos centrales de la campaña. El discurso securitista, que pretende militarizar el conflicto social, endurecer las penas y menoscabar derechos civiles y políticos, no es ninguna novedad en el universo de la derecha radical; lo que sí resulta novedoso es la manera de formularlo. Esta vez el énfasis se ha puesto en la libertad de salir a la calle con seguridad, de volver a casa sin miedo y de recuperar la normalidad perdida durante dos años anómalos, donde el estallido social y la pandemia cambiaron la vida de mucha gente. El primer paso para recuperar el control sobre nuestras vidas es la seguridad, le dice Kast a los chilenos. Un mensaje que por el momento parece estar calando en la población.

La defensa de la soberanía o la exaltación de los símbolos nacionales son otras de las acepciones del término libertad en el diccionario de Kast, donde tampoco podía faltar la libertad económica. En este punto reside una de las mayores contradicciones del discurso de Kast. ¿Cómo se puede ser un outsider cuando se defiende el mismo modelo económico que el pueblo chileno pidió cambiar? En el programa del candidato republicano se alaba el rol subsidiario del Estado establecido por la constitución pinochetista de 1980 y se promueve el mismo modelo económico y social que generó el estallido de octubre de 2019. Este es uno de los puntos donde la izquierda más debería atacar a Kast. ¿Cómo va a encarnar la rebeldía alguien que propone lo que las élites llevan años haciendo? ¿Cómo va a traer la paz social y la seguridad quien propone seguir con las mismas recetas que llevaron a los chilenos a salir a la calle? Muchas son las contradicciones que atraviesan el discurso de José Antonio Kast, quien, a pesar de todo ha conseguido sortearlas transformando completamente su figura. Para mucha gente, el candidato republicano ha pasado de ser un ultra incapaz de gobernar un país, a ser una persona de orden, pero que defiende la libertad.

El voto a Kast no solo ha dejado de ser algo oculto y condenable socialmente, sino que se ha convertido incluso en un voto útil ante la debacle de la candidatura de Sebastián Sichel. En las últimas semanas, varias figuras del centroderecha anunciaron que apoyarían a Kast frente a Boric, por lo que no habrá ningún tipo de cordón sanitario a la ultraderecha. “En una segunda vuelta votaría por Kast. No vamos a apoyar nunca un proyecto comunista, que está en contra de la libertad de las personas”, declaraba el presidente del partido de centroderecha Evópoli. De nuevo, la libertad.

A comienzos del siglo pasado, el socialista Fernando De los Ríos preguntó en una entrevista a Lenin cuándo tendrían libertad los ciudadanos soviéticos. ¿Libertad para qué?, respondió el dirigente revolucionario, que en tan solo tres palabras fue capaz de sintetizar muchas de las preguntas que hoy nos hacemos ante los discursos de la derecha radical. Qué se esconde detrás de esta libertad que reclama la ultraderecha será una de las claves del próximo ciclo político en Chile, donde como también decía Lenin, parece que en un año han pasado décadas.

Jaime Bordel (@jaimebgl) es politólogo y jurista por la Universidad Carlos III y colaborador de medios como El Salto, CTXT y Descifrando la guerra.

Notas

[1] Franja electoral de José Antonio Kast: https://www.youtube.com/watch?v=VYJFEIVGc0w

[2] Para más información sobre la familia Kast: https://interferencia.cl/articulos/el-origen-del-clan-de-los-kast-en-chile

[3] Fernández-Vázquez, G. (2019). Qué hacer con la extrema derecha en Europa: el caso del Frente Nacional. Editorial Lengua de Trapo.

Fotografía de Mediabanco.